En esta era, donde el 60% de los empleados sólo necesitan un ordenador y un smartphone para poder desempeñar correctamente su labor profesional desde cualquier parte del mundo, es tiempo ya de ayudar a las personas a comprender los beneficios de trabajar desde casa. Pero, sobre todo, para alejar miedos infundados que consigan hacer más felices, dueños de su tiempo y productivos a aquellos que se decidan por esta modalidad.
Trabajar en pijama
Lo hacemos a veces, sí. Quizá sea lo primero que alguien con 20 años de traje quiera experimentar. Y debe hacerlo. En verano, cuando iniciamos las vacaciones, comenzamos desperocupándonos de nuestro vestir para acabar ‘recivilizándonos’ con el paso de los días. Es un ‘luto’ necesario. Y sano si sabe cómo utilizarse.
Me voy a sentir solo
¿Cuánta gente no comulga con las ideas o actitudes de sus compañeros de trabajo y se centra en su escritorio, su portátil y su teléfono? ¿Cuántos, por ejemplo, reciben nuevas ideas de comidas con amigos, en lugar de reuniones en su empresa? En casa trabajas solo, sí, pero tienes mucho tiempo para quedar con gente interesante, que te aporte e incluso que te lleve a nuevas oportunidades profesionales. Para empezar, todos aquellos cafés con amigos que nunca te podías tomar y que ahora pueden aportarte opciones inesperadas.
Voy a cobrar poco
¿No lo haces ya? Lo mejor de un freelance es que puede realizar varios trabajos al mismo tiempo, lo que no solamente puede mejorar sus ingresos sino proporcionarle una vida mucho menos monótona que la que se vive en una oficina.
Trabajaré más horas
Incierto absolutamente. El problema es que nos situamos en el baremo de que trabajar bien implica trabajar un número determinado de horas, cuando no debería ser esa la medición. Es tiempo de cambiar y planificarse objetivos semanales. Y, una vez cumplidos, descansar. ¿Has tardado cinco horas en lugar de ocho? Seguro que sí, porque entre los cafés, las reuniones, las interrupciones, el almuerzo y las visitas a las redes sociales tirabas a la basura tres horas de tu tiempo cada día. La clave es deslinealizar: no vas a seguir un horario fijo (quizá hagas algo de 7 a 9, luego retomes de 11 a 13 y tengas el grueso de 17 a 20, por ejemplo). Pero en medio podrás hacer cosas que antes estaban vedadas para ti: ir al médico, al banco, hacer la compra, acompañar a tus hijos al colegio, hacer deporte, visitar a tu madre. Aspectos imposibles de conciliar en una jornada como las que se realizan hoy día.
En casa me descentro
Te descentras lo mismo que si quieres hacerlo en tu puesto actual. Y, si ves que no eres una persona disciplinada, hazte un cuadrante diario con todas las tareas a realizar: las profesionales y las personales. Y asígnales un tiempo, de tal modo que sepas que esos minutos son para eso en concreto y para nada más. Pronto aprenderás a ser más flexible, pero es una gran forma de iniciarse.
Mis hijos no me dejarían trabajar
Como cuando los educaste de pequeños, debes poner límites. Bien en una habitación solo para ti o en una estancia compartida, si les explicas desde el primer día cuándo estás trabajando y cuándo no sabrán obedecerte. Y, si no lo hacen, siempre puedes irte a cualquier cafetería molona con wifi a acabar tus tareas.
David Blay es autor de ¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa? Un libro que pretende enseñar a los trabajadores freelance cómo trabajar en su domicilio de forma productiva y erradicar los falsos mitos que rodean al hecho de trabajar desde casa. Si te han gustado sus consejos, te encantará este libro ¡Descárgalo aquí!
